La imagen corporativa es lo que los públicos
piensan, sienten, opinan y creen que la organización es. No importa si la
empresa no es en verdad lo que se piense que es; en este tema, las percepciones
son lo que cuenta. Para la gente, las cosas son lo que cree que son; y no lo
que son en la realidad objetiva. Así, por más buena que pueda ser una
organización, si la gente no lo cree, la organización no lo será para ellas.
La idea o imagen mental que tienen los públicos sobre la empresa le permitirá, a esta última, tener un entorno favorable o desfavorable para la ejecución de su plan estratégico y el consiguiente logro de objetivos. De acuerdo a la imagen que se tenga de la empresa, los públicos le creerán o no; le darán o negarán a ella, a sus productos y a sus servicios su voto de confianza; la bienvenida, el permiso de continuar o el rechazo a sus actividades. La imagen condiciona a los públicos a tener una actitud y conducta frente a la empresa.
La empresa no es la que tiene la imagen en su poder, son los públicos quienes la tienen. Ellos re-construyen la empresa en sus mentes a partir de la información en el entorno; la alimentan de lo que la empresa dice que es y hace. Nutren sus ideas de lo que ven de la empresa y de sus experiencias con sus productos y servicios. Comen y digieren lo que muchos otros dicen que la empresa es o no es.
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